domingo, 21 de abril de 2013

El número de la bestia ¿666 o 616?


La investigación en base a los manuscritos antiguos se ha convertido en una herramienta muy importante para clarificar el conocimiento sobre remotas épocas remitiéndose a información próxima a la primera mano, la cual muchas veces había terminado siendo oscurecida por comentaristas y siglos.

Dentro de este campo, los estudios sobre la Biblia han encontrado una fuente muy rica debido a los sucesivos hallazgos de manuscritos que mediante diversas formas de análisis se han estimado elaborados en los primeros siglos del cristianismo.

De este modo se cuenta desde diminutos pedacitos con unas cuantas letras hasta colecciones de libros completos. Para el caso del Nuevo Testamento, los manuscritos se hallan escritos en griego koiné, que viene a ser la forma popular del griego hablado en la época, en contraste con la forma culta, llamada griego ático, propia de literatos y filósofos; los papiros fragmentarios se han agrupado bajo el símbolo \mathfrak{P}, muentras que las colecciones que reúnen libros enteros se denominan Codex. Estos documentos han permitido esclarecer dudas sobre la redacción de la Biblia y han promovido la revisión del contenido bíblico. Se ha advertido, por ejemplo, la ausencia de determinados pasajes, o una distinta forma de redacción. Otro aspecto es que los textos más antiguos están escritos en letras mayúsculas por lo general, copiándose de corrido sin espacios de separación entre las letras, y tampoco aparecen signos de puntuación, de modo que un observador común y silvestre verá un montón de letras seguidas distribuidas en columnas de renglones de similar extensión, y nada más para ayudarse.

Algo que hay que mencionar también es que tanto griegos como hebreos no tenían signos propios para los números, de modo que usaban las letras de sus alfabetos para este fin, haciendo corresponder un valor numérico a cada letra, del 1 al 9 para los primero nuevo signos, luego del 10 al 90 para los siguientes, y por último del 100 en adelante para los restantes. En el caso de los griegos, su numeración es tal como indica la siguiente imagen:

Numeración griega

De modo que para escribir en aquellos tiempos una cifra cualquiera (como 666 u otra), se tenían que valer de usar sus letras como números o, en todo caso, escribir el nombre completo del número en cuestión.

Y aquí es donde surge el problema, ya de todos los manuscritos tempranos encontrados, el versículo 13:18 del Apocalipsis está presente en solo dos, el papiro \mathfrak{P}47 y el \mathfrak{P}115, ambos del siglo III y escritos en griego koiné, por supuesto. Lo curioso del caso, es que mientras en el papiro \mathfrak{P}47 dice 666 (ΧΞC), en el \mathfrak{P}115 figura el 616 (XIC). Los manuscritos posteriores como el Codex Sinaiticus y Codex Vaticanus (ambos de mediados del siglo IV) registran como el número de la bestia el 666. En consecuencia, el papiro \mathfrak{P}47 ha resultado una especie de piedra en el zapato en esta cuestión supuestamente definida.

El texto conocido del mencionado versículo es el que sigue, puesto en cuatro versiones: primero en el griego del tiempo de los manuscritos, luego en griego estándar, posteriormente en transliteración en letras latinas y por último nuestro idioma. Esto con la finalidad de entender los manuscritos en la medida de lo posible.

13 ωΔΕ Η CΟΦΙΑ ΕCΤΙΝ Ο ΕΧωΝ ΝΟΥΝ ΨΗΦΙCΑΤω ΤΟΝ ΑΡΙΘΜΟΝ ΤΟΥ ΘΗΡΙΟΥ ΑΡΙΘΜΟC ΓΑΡ ΑΝΘΡωΠΟΥ ΕCΤΙΝ ΚΑΙ Ο ΑΡΙΘΜΟC ΑΥΤΟΥ XΞC (ΕΞΑΚΟCΙΟΙ ΕΞΗΚΟΝΤΑ ΕΞ).
13 ωδε η σοφια εστιν ο εχων νουν ψηφισατω τον αριθμον του θηριου αριθμος γαρ ανθρωπου εστιν και ο αριθμος αυτου χξς (εξακοσιοι εξηκοντα εξ).
13 ode e sophia estin o ekhon noun psephisato ton arithmon tou theriou arithmos gar anthropou estin kai o arithmos autou 666 (eksakosioi eksekonta eks).
13 Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es 666 (seiscientos sesenta y seis).

A continuación, veamos imágenes de los diversos papiros que incluyen dicho pasaje. He encerrado en líneas rojas el texto para que sea más fácil ubicarlo, así como debajo las letras "en limpio" para una mejor comprensión.

Papiro \mathfrak{P}47:


                                                        ωΔΕ Η CΟΦΙΑ ΕCΤΙΝ
                       Ο ΕΧωΝ ΟΥΝ ΨΗΦΙCΑΤω ΤΟΝ ΑΡΙΘΜΟΝ ΤΟΥ
                       ΘΗΡΙΟΥ ΑΡΙΘΜΟC ΓΑΡ ΑΝΘΡωΠΟΥ ΕCΤΙΝ
                       ΕCΤΙΝ ΔΕ XΞC

Papiro \mathfrak{P}115:


                      ωΔΕ Η CΟΦΙΑ ΕCΤΙΝ Ο ΕΧωΝ ΝΟΥΝ ΨΗΦΙCΑΤω
                     ΤΟΝ ΑΡΙΘΜΟΝ ΤΟΥ ΘΗΡΙΟΥ ΑΡΙΘΜΟC ΓΑΡ ANOY
                     ΕCΤΙΝ ΚΑΙ Ο ΑΡΙΘΜΟC ΑΥΤΟΥ Η XIC

Sobre el particular, el obispo Ireneo de Lyon en el siglo II se refirió a la confusión de la cifras.

Ireneo de Lugdunum (Lyon) Adversus haereses Libro V Capítulo 30, 1-2 (escrito hacia el 180 dC): 

1 Si lo anterior es verdad, si este número se halla en todos los manuscritos antiguos y autorizados, si dan testimonio de él todos aquellos que vieron a Juan cara a cara, y si la razón nos enseña que la cifra del nombre de la bestia según la computación de los griegos debe tener las letras que se hallan en 666 (es decir igual número de centenas, decenas y unidades) -pues el número seis conservado en cada cifra parece recapitular toda la apostasía desde el principio, pasando por los tiempos intermedios hasta los últimos-, no sé cómo erraron algunos, con tal de seguir sus propias ideas, al cambiar el número intermedio del nombre; pues restaron cincuenta al número original, y pretendieron que fuese 10. Tal vez, imagino, fue error de amanuenses, porque, como en griego se ponen letras en lugar de números, fácilmente cambiaron la letra que significa 60, por la iota. Después otros pudieron hacer lo mismo, sin confrontar con el original. Otros simplemente asumieron ingenuamente el número 10. Incluso algunos, por ignorancia, se atrevieron a investigar los nombres que llevaban ese número falso. En mi opinión, Dios perdonará a todos los que por simplicidad y sin malicia hicieron esto; en cambio, a quienes, buscando una gloria vana, se decidieron por un nombre que lleva el número falso, y por su propia autoridad definieron el nombre de aquel que ha de venir, a éstos les irá mal, porque se sedujeron a sí mismos y a los fieles. El primer daño que han causado es alejarse de la verdad, juzgando como si fuese lo que no es; además, un castigo de la Escritura no despreciable recaerá sobre tales hombres. Se añadirá otro peligro no pequeño para quienes erróneamente presumen de conocer ese nombre: si creen que es un nombre, y el que vendrá tiene otro, él podrá seducirlos fácilmente, pues creerán que aún no se presenta aquél de quien deben precaverse.

2 Es preciso, pues, que tales personas cambien lo que han aprendido y tornen a la verdadera cifra del nombre, para que no sean juzgados entre los falsos profetas. Sino que, conociendo con certeza el número que la Escritura ha anunciado, o sea 666, en primer lugar hagan caso de la división del reino en diez partes; y en seguida, mientras estos reyes gobiernan y sueñan en conseguir sus negocios y aumentar su reino, reconozcan a aquel que vendrá de repente a reivindicar su reino, aterrorizando a dichos reyes. Este será el que tenga el nombre que contiene la cifra de que hemos hablado. 

Codex Sinaiticus:


                                                    ωΔΕ 
                                                 Η CΟΦΙΑ ΕCΤΙΝ Ο
                                                 ΕΧωΝ ΝΟΥC ΨΗΦΙ ΝΟΥΝ
                                                 CΑΤω ΤΟΝ ΑΡΙΘΜΟΝ 
                                                 ΤΟΥ ΘΗΡΙΟΥ ΑΡΙΘΜΟC
                                                 ΓΑΡ ANOY ΕCΤΙΝ
                                                 ΕΞΑΚΟCΙΟΙ ΕΞΗΚΟΝ
                                                 ΤΑ ΕΞ

Codex Vaticanus:


                                                                               ὧδε ἡ σοφία ἐστίν·
                  ὁ ἔχων νοῦν, ψηφισάτω τὸν ἀριθμὸν τοῦ θη·
                  ρίου· ἀριθμὸς γὰρ ἀν
υ ἐστί· καὶ ὁ ἀριθμὸς
                  αὐτοῦ ἐστίν, χξς·

Codex Alexandrinus:


                                               ωΔΕ Η CΟΦΙΑ ΕCΤΙΝ
                               Ο ΕΧωΝ ΝΟΥΝ ΨΗΦΙCΑΤω ΤΟΝ ΑΡΙ
                               ΘΜΟΝ ΤΟΥ ΘΗΡΙΟΥ ΑΡΙΘΜΟC ΓΑΡ
                               ANOY ΕCΤΙΝ ΚΑΙ Ο ΑΡΙΘΜΟC ΑΥΤΟΥ
                               ΕΞΑΚΟCΙΟΙ ΕΞΗΚΟΝΤΑ ΕΞ

De modo que, fundamentado en la evidencia de los manuscritos, puede decirse que el número de la bestia debe corresponder a la cifra 666, mientras que la 616 puede ser atribuida a un error de información por parte de los copistas, tal como menciona Ireneo de Lyon.

9 comentarios:

  1. ΩΔΕ Η ΣΟΦΙΑ ΕΣΤΙΝ
    Ο ΕΧΩΝ "ΟΥΣ" ΨΗΦΙΣΑΤΟ
    ΤΟΝ ΑΡΙΘΜΟ ΤΟΥ ΘΗΡΙΟΥ
    ΑΡΙΘΜΟΣ ΓΑΡ "ΑΝΟΥ" ΕΣΤΙΝ
    ΚΑΙ Ο ΑΡΙΘΜΟΣ ΑΥΤΟΥ
    ΕΞΑΚΟΣΙΑΙ ΕΞΗΚΟΝΤΑ ΕΞ...

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  2. Es interesante que ese número también aparece en el AT, en 1Reyes 10:14.

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  3. Dlb lo interesante de esas palabras em griego que equivalen a 666 se describe de LA misma manera que matar en el nombre de ala en arabe,se puede comprobar hasta con LA concordancia strong y vera,puede ver algunos mensajes sobre esto you tube pastor Juan Torres 777

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  4. donde consigo en el codex vaticanus online
    http://digi.vatlib.it/view/MSS_Vat.gr.1209#

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  5. http://digi.vatlib.it/view/MSS_Vat.gr.1209#

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  6. Cual es la fuente de lo que expones? (Que por cierto es muy interesante)

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  7. En su transcripción allí el escriba reproduce la cifra 616 como el número que debe identificar al Anticristo. No obstante, la fecha coincide con el emperador romano y perseguidor de la Iglesia Domiciano, hijo de Vespasiano, por lo cual el escriba cometió el grave error adivinar, hipnotizar e intentar acomodarlo al anticristo, pero el valor numérico griego del nombre: Τίτος Φλάβιος Δομιτιανός (Tito Flavio Domiciano) sólo suma 616. El propio Ireneo de Lyon notando esto lo menciona en el siglo II como una transcripción adulterada, considerando el verdadero número de la Bestia como 666. Vea a IRENEO de LYON, Contra Las Herejias. Adversus Haereses, libro 5. Párrafo 3.5, parágrafo 29.2, y en el párrafo 3.6, parágrafo 30,1. al 30,3. Ireneo de Lyon dice:

    “3.6. El número de la bestia
    30,1. Si lo anterior es verdad, si este número se halla en todos los manuscritos antiguos y autorizados, si dan testimonio de él todos aquellos que vieron a Juan cara a cara, y si la razón nos enseña que la cifra del nombre de la bestia según la computación de los griegos debe tener las letras que se hallan en 666 (es decir igual número de centenas, decenas y unidades) -pues el número seis conservado en cada cifra parece recapitular toda la apostasía desde el principio, pasando por los tiempos intermedios hasta los últimos-, no sé cómo erraron algunos, con tal de seguir sus propias ideas, al cambiar el número intermedio del nombre; pues restaron cincuenta al número original y pretendieron que fuese 10. Tal vez, imagino, fue error de amanuenses, porque, como en griego se ponen letras en lugar de números, fácilmente cambiaron la letra que significa 60, por la iota. Después otros pudieron hacer lo mismo, sin confrontar con el original. Otros simplemente asumieron ingenuamente el número 10. Incluso algunos, por ignorancia, se atrevieron a investigar los nombres que llevaban ese número falso. En mi opinión, Dios perdonará a todos los que por simplicidad y sin malicia hicieron esto;

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  8. en cambio, a quienes, buscando una gloria vana, se decidieron por un nombre que lleva el número falso, y por su propia autoridad definieron el nombre de aquel que ha de venir, a éstos les irá mal, porque se sedujeron a sí mismos y a los fieles. El primer daño que han causado es alejarse de la verdad, juzgando como si fuese lo que no es; además, un castigo de la Escritura no despreciable recaerá sobre tales hombres. Se añadirá otro peligro no pequeño para quienes erróneamente presumen de conocer ese nombre: si creen que es un nombre, y el que vendrá tiene otro, él podrá seducirlos fácilmente, pues creerán que aún no se presenta aquél de quien deben precaverse.
    30,2. Es preciso, pues, que tales personas cambien lo que han aprendido y tornen a la verdadera cifra del nombre, para que no sean juzgados entre los falsos profetas. Sino que, conociendo con certeza el número que la Escritura ha anunciado, o sea 666 (Ap 13,18), en primer lugar, hagan caso de la división del reino en diez partes; y en seguida, mientras estos reyes gobiernan y sueñan en conseguir sus negocios y aumentar su reino, reconozcan a aquel que vendrá de repente a reivindicar su reino, aterrorizando a dichos reyes. Este será el que tenga el nombre que contiene la cifra de que hemos hablado. A éste es a quien hay que reconocer como la abominación de la desolación (Mt 24,15; Dan 9,27). A este se refiere el Apóstol: <> (1 Tes 5,3). Jeremías habla no sólo de su venida imprevista, sino también de la tribu de la cual ha de provenir: <> (Jer. 8,16). Por este motivo el Apocalipsis no enumera dicha tribu entre las que se han de salvar (Ap. 7,5-8).

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  9. 30,3. Más seguro y sin peligro es esperar que se cumpla la profecía, que ponerse a adivinar o a hipnotizar cualquier nombre; pues se pueden encontrar muchos nombres que llevan dicha cifra, y siempre se pondrá la misma cuestión. Porque si muchos nombres contienen tal cifra, siempre puede preguntarse cuál es el que llevará el que ha de venir. No decimos esto por falta de nombres que tengan esa cifra, sino por temor a Dios y celo por la verdad. EUANTHAS, por ejemplo, tiene la cifra que buscamos, pero no podemos afirmar nada sobre él. Así también el nombre LATEINOS encierra el número 666, y es un número verosímil, porque esta palabra señala el último de los reinos, pues los latinos tienen ahora el poder; pero no nos gloriamos de identificarlo. También TEITAN, que en la primera sílaba contiene una doble vocal griega: E e I, es el nombre más probable entre los que hallamos. Porque ese nombre consta de seis letras, cada una de sus dos sílabas consta de tres letras, y es un nombre antiguo y extraordinario; pues ninguno de los actuales reyes lleva el nombre de Titán, ni se denomina así ninguno de los ídolos que los griegos y los bárbaros adoran. Y, sin embargo, muchos consideran divino ese nombre, pues también se llama Titán al sol; y en sí este nombre evoca un cierto sentido ostentoso de venganza y revancha, que parece simular las acciones del que ha de vengarse con malos tratos. Además, es muy antiguo, digno y más propio de un rey que de un tirano. Pero, aunque el nombre de Titán sea tan probable, a tal punto que muchos se preguntan si no se llamará así el que ha de venir, sin embargo, no correremos el riesgo de pronunciarnos acerca del nombre que habrá de llevar; pues sabemos que, si su nombre debiera ser claramente proclamado ya en el presente, lo habría dicho aquel que lo contempló en el Apocalipsis; además, esta visión ha tenido lugar casi en nuestro tiempo, hacia el final del imperio de Domiciano.” —Cierra la Cita. De SAN IRENEO de LYON, Contra Las Herejias. Adversus Haereses, libro 5, párrafo 3.6, parágrafo 30,1. al 30,3.

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